El 8 de marzo pasado falleció a los 103 años, en Tallahassee, Florida, y la periodista Arianna Otero, de Tallahassee Democrat, fue la primera en dar la noticia de su muerte en un artículo que incluye un profundo perfil biográfico. La familia de Carmen conserva con orgullo su legado de entrega y servicio distinguido, y ha compartido con Diario Las Américas fotos y detalles de una vida ejemplar.
Consagrada al servicio
“Nunca ha habido en nuestra historia un hombre que haya llevado
una vida tranquila cuyo nombre valga la pena recordar”.
Theodore Roosevelt Jr.
La vida de Carmen María Vázquez Rivera fue una suma de capítulos intensos que reflejan una personalidad inquieta y multifacética. Nació el 15 de febrero de 1922 en Cidra, Puerto Rico, hija de María Engracia Rivera y Rodríguez y Nicasio Vázquez Noguera. Criada por una madre soltera en tiempos donde muchas mujeres estaban destinadas a tener hijos y ser amas de casa, Carmen desafió los convencionalismos.
A los 16 años tomó la decisión que marcaría el rumbo de su vida: estudiar enfermería. Inició su formación en la Escuela del Distrito de Bayamón y amplió sus estudios con un curso de obstetricia en San Juan. También estudió Economía Doméstica en la Universidad de Puerto Rico.
Durante la Segunda Guerra Mundial, las enfermeras puertorriqueñas fueron inicialmente excluidas de los cuerpos sanitarios militares estadounidenses. Pero Carmen esperó pacientemente hasta que se levantaron esas restricciones en 1944, año en el que se unió al Ejército, donde no solo prestó servicio médico vital, sino que también asumió funciones de liderazgo, llegando a ser Subteniente y Enfermera Jefa del departamento de ortopedia en Fort Brooke, San Juan.
Su desempeño la convirtió en una figura indispensable en quirófano, además de supervisora e instructora. Participó en más de un centenar de partos y se ganó el respeto de sus superiores y colegas.
Su primer ciclo militar concluyó en 1946, y luego recibió la baja con honores. A pesar de regresar a la vida civil, la semilla del compromiso con su país había germinado profundamente. En 1953, Vázquez fue llamada de nuevo al servicio para la Guerra de Corea. Esta vez se integró en la Fuerza Aérea como Primera Teniente, una muestra del reconocimiento a su experiencia.
Cuando terminó la guerra, Vázquez se convirtió en veterana condecorada tras su servicio militar y recibió una carta firmada del presidente Harry S. Truman, a quien conoció personalmente en un evento en Washington D.C. para celebrar el fin de la Segunda Guerra Mundial. Al culminar su etapa activa, se mantuvo en la Reserva de la Fuerza Aérea durante dos décadas más, hasta su retiro definitivo en 1973.
Carmen Vázquez no se limitó a una sola especialización. Su sed de conocimiento la llevó a estudiar fisioterapia en la Universidad de Columbia en Nueva York, donde también ejerció como enfermera en el prestigioso Centro Médico Presbiteriano. Fascinada por el funcionamiento del sistema judicial, cursó estudios de criminología en la Academia Bolan y llegó incluso a trabajar como detective privada.
También vivió en Miami Beach, donde obtuvo la licencia para ejercer la enfermería en Florida, y trabajó en el Hospital Mount Sinai. Regresó a Puerto Rico en la década de 1960, donde ofreció atención médica voluntaria a través de organizaciones comunitarias.
La maternidad y la profesión
En la década de 1950, Vázquez tuvo tres hijos: un niño y dos niñas. Tuvo a su hijo Gabriel con Edward Lewison en 1954, a su hija Janice con el médico José Vigoreux en 1955, y a su hija Carol con su segundo esposo, Paul E. Giguere, en 1957.
Su rol como figura materna coexistió con una carrera profesional y militar que no cesaba. Ese espíritu inquebrantable es motivo de admiración entre sus descendientes.
Carmen se casó dos veces con el político y médico puertorriqueño Leopoldo Figueroa, a quien conoció en el hospital municipal de San Juan, cuando él era su instructor clínico. Tras un primer matrimonio que terminó en divorcio, la pareja se reencontró años más tarde y contrajo nupcias nuevamente en 1963. Carmen lo acompañó y cuidó durante su enfermedad hasta su fallecimiento en 1969.
Además de sus labores como madre y enfermera, su belleza le hizo merecer no pocos halagos. Como compartió su familia con este medio, en los años 50, tras ganar un concurso de belleza militar, Carmen bailó con Elvis Presley, y hasta el final de sus días conservó la tiara de aquel evento.
Merecidos honores
Las condecoraciones que recibió a lo largo de su carrera dan fe de una trayectoria excepcional: la Medalla de la Campaña Estadounidense, la Medalla de la Victoria de la Segunda Guerra Mundial, la Medalla del Servicio de Defensa Nacional y varias Barras de Servicio en el Extranjero. Además, su nombre está inscrito en el Monumento a las Mujeres Militares, un testimonio de su lugar en la historia de Estados Unidos.
Después de su retiro, Vázquez se mudó a Tallahassee, la capital de Florida, y se convirtió en miembro de varias organizaciones de veteranos estadounidenses, incluidas la Legión Americana y el Club de Veteranos de la 65.ª Infantería, conocido como “Los Borinqueneers”.
Durante sus últimos años, Carmen recibió múltiples homenajes. En 2009, recibió una Proclamación del Senado del Estado de Nueva York. En el mes de su 90.º cumpleaños, obtuvo una Resolución del Senado de Puerto Rico el 23 de febrero de 2012. Vázquez también recibió la Medalla de Distinción de la Legión Americana, Puesto 113. Asimismo, fue incluida en una biografía oficial sobre su esposo, Dr. Leopoldo Figueroa, El Ideario de un Decano 1889-1969.
En 2022, al celebrarse los 100 años de vida de Carmen, la Asociación Estadounidense de Veteranos Latinos (ALVA) celebró su legado en el Día de Reconocimiento a las Mujeres Veteranas, que se conmemora anualmente cada 12 de junio.
Ese mismo año, recibió la Medalla Presidencial de la Libertad de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC), el más alto honor que entrega esa organización.
El exgobernador de Florida Charlie Crist se sumó a los homenajes con una carta para conmemorar su cumpleaños número 100.
La Comisionada Residente de Puerto Rico en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Jenniffer González-Colón (actualmente gobernadora de Puerto Rico), rindió homenaje a Vázquez mediante una Declaración en el Registro del Congreso e hizo ondear una bandera estadounidense en el Capitolio en honor a su servicio, con la declaración: “Su servicio, carácter y espíritu pionero son un faro para todos nosotros”.
González-Colón dejó por escrito el siguiente texto:
La despedida
Carmen vivió sus últimos años en Tallahassee, Florida, junto a su hija Carol. Tras su muerte, el 8 de marzo de 2025, fue enterrada en el Cementerio Santa María Magdalena de Pazzis, en San Juan (Puerto Rico), junto a su esposo Leopoldo Figueroa, y otras figuras prominentes de la isla.
Su historia —la de una joven de Cidra que desafió las barreras sociales y de género para servir a EEUU en dos guerras— no es solo un ejemplo de servicio militar, sino un modelo de compromiso y amor por los demás. Su impronta queda no solo en quirófanos y bases militares, sino en quienes le conocieron y en su familia, que rinde tributo a una pionera puertorriqueña en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos cuya dedicación trasciende las fronteras y el tiempo.
Fotos: Cortesía de la familia de Carmen Vázquez Rivera