MIAMI.– Por más de dos décadas, Esteban Ferreiro fue mucho más que el jefe de despacho del comisionado Manolo Reyes: fue su confidente, su brazo ejecutor y, ante todo, parte de su familia. En conversación con DIARIO LAS AMÉRICAS, Ferreiro recuerda al hombre que para él fue como un padre, cuya entrega a la ciudad de Miami dejó un legado difícil de igualar.
Un vínculo forjado en la confianza
Esteban Ferreiro conoció a Manolo Reyes en 2002 a través de una amistad con su hijo, pero fue en 2008, durante la primera campaña de Reyes para la Comisión de la ciudad, cuando inició una relación profesional que se transformaría en una conexión personal y familiar. “Manolo era como mi papá. En mi casa era uno más”, expresa con emoción. “No hay duda de que su filosofía de vida, su forma de tratar a las personas, y su ejemplo como esposo y servidor público me marcaron para siempre”.
Al llegar al cargo en 2017 con un respaldo del 57% del electorado, Reyes conformó un equipo compacto, con principios compartidos de servicio y honestidad. “Él decía: ‘Si lo que estás haciendo lo haces con el corazón, por servir al público, hazlo. Yo te respaldo’”, recuerda Ferreiro. La confianza mutua era total: “Él me daba una asignación y yo la ejecutaba con todo su respaldo. Sabía que, incluso si me equivocaba, Manolo estaba de mi lado”.
Primeros años de sacrificio
Ferreiro recuerda con especial intensidad los primeros tres años tras asumir como comisionado. “Eran jornadas agotadoras. Él todavía enseñaba en el colegio y quería estar en todas partes: en las reuniones, en las obras, con los vecinos. A veces eran las 11 de la noche y seguíamos en la oficina”. Fue una etapa de aprendizaje mutuo y de enorme exigencia, pero también donde se cimentó la dinámica de trabajo que los acompañaría hasta el final.
A pesar del ritmo extenuante, Reyes nunca se tomó vacaciones. “En los siete años que estuvo como comisionado, no recuerdo que haya salido de vacaciones. Se tomaba un fin de semana, pero vacaciones como tal, nunca. Su vida era la comunidad, su tiempo era para los residentes”, afirma Ferreiro.
Defensor de los más vulnerables
El comisionado Reyes era reconocido por su verticalidad, su férrea oposición a la corrupción y su dedicación a los sectores más vulnerables: los adultos mayores, los niños y las familias trabajadoras. Para Ferreiro, esa dedicación no era solo política, era personal: “Atendía a todos por igual, sin importar si eran empresarios o vecinos con una queja de basura. Jamás dio la espalda a nadie”.
Ferreiro recuerda con claridad la manera en que el comisionado vivía su trabajo: “Manolo trabajaba 24/7. Me llamaba los domingos a las 10 de la mañana para hablar sobre las quejas de los residentes. Si algo no estaba bien, él lo detectaba, lo visitaba, lo documentaba y me lo enviaba. A veces salía en la noche con su esposa Chacha a supervisar las obras. Ella tomaba las fotos y me las mandaban por mensaje”.
Obras con impacto duradero
Entre las contribuciones más significativas de Reyes, en siete años de servicio, se destacan la inversión de 170 millones de dólares en proyectos de drenaje y renovación de calles, muchos de ellos motivados por su empatía con quienes sufrían inundaciones en sus viviendas. Ferreiro menciona también la reconstrucción del parque Shenandoah, la creación del Gold Star Family Memorial Mini Park, y el impulso decisivo para iniciar la reconstrucción del Dr. Armando Badia Senior Center, destinado a los adultos mayores.
El comisionado también dejó casi listo el West End Park, una renovación integral con piscina, canchas de tenis, fútbol, pickleball, y béisbol, en una zona históricamente olvidada. “Ese parque era muy especial para él. Jugó pelota ahí cuando era joven. Quería terminarlo antes de lanzarse a la alcaldía”, relata Ferreiro.
Legado que trasciende la política
La labor del comisionado no se limitaba a lo tangible. Su legado, asegura Ferreiro, es también humano y ético: “Era un hombre de familia, de fe, de principios. Nunca prometía nada que no pudiera cumplir. Su perseverancia venía de su convicción”.
Reyes fue, además, el impulsor de la creación del Inspector General Independiente para la ciudad de Miami, “un regalo de transparencia”, como lo llama Ferreiro. “Si Manolo hubiese llegado a la alcaldía, estoy seguro de que Miami habría vivido una transformación. Hubiese sido el tiempo de cuidar a los nuestros: a los ancianos, a los que pagan impuestos, a quienes ya están aquí”.
Despedida difícil
Ferreiro comparte dos anécdotas que encapsulan quién fue Manolo Reyes. Una, profundamente personal: “Cuando me operaron de la columna cervical, estuve ocho horas en cirugía. Manolo y su esposa no se movieron del hospital en todo ese tiempo. Estuvieron al lado de mi esposa, esperando. Su esposa Chacha me cuidó y dio de comer en el hospital. Y cuando salí, él me dijo: ‘No te preocupes por trabajar. Recupérate. Nosotros estamos aquí’”.
La otra anécdota, refleja su entrega pública: “Hace dos semanas, yo estaba en España de vacaciones. Aun así, Manolo me llamó para revisar un permiso de una obra. También contactó a directores de departamentos para saber el estado de los proyectos. Hasta el último momento, estuvo pendiente de todo”.
“No hay quien llene sus zapatos”
Ferreiro confiesa que aún no sabe cómo enfrentará los homenajes a su jefe. “Ha sido una pérdida muy grande. Pero si tuviera que hacerlo de nuevo, trabajar con Manolo todos estos años, lo haría sin dudarlo. Fue un honor. Su alegría era vernos trabajar por la gente”, destacó.
Para Ferreiro, continuar el legado de Manolo Reyes es una obligación moral: “Muy pocos podrán llenar sus zapatos. La mejor forma de honrarlo es seguir con su ejemplo es contestar cada llamada, mirar a los residentes a los ojos, y buscar soluciones, siempre con rectitud y entrega”.
Reyes, además de comisionado, fue educador por décadas. Enseñó economía y matemáticas en Miami Dade College y Westland High School, donde lideró programas de matrícula dual con FIU. Esa vocación de enseñanza y servicio marcó cada aspecto de su vida. “Era un servidor en el más amplio sentido de la palabra”, concluyó Ferreiro.
Y es que, como él mismo dice: “Hay políticos, y hay servidores públicos. Manolo Reyes fue, sin duda, lo segundo”.